...Buenos días mis amigos. Hoy les traigo la tercera parte del capitulo numero cuatro de mi libro "Andrómaca y Felipe", el cual tengo el honor de presentar para ustedes; y, ahora sí, sin más preámbulos:
4.- —La cura de una Traición—
Cuentan por cierto que, la llegada del Cura Leoncio a La Atascosa para hacerse cargo de su feligresía y de su templo, pudo coincidir con la natural resignación basada en sus múltiples y achacosos años, de quien fuera su tutor. Convencido don Cecilio entonces un humilde geronte, de hacerle entrega de su obra de toda una vida precísamente a un joven Párroco como lo era aquel. Luego de lo cual sabía y, por su parte estaba deseoso, de ser el protagonista del próximo y lógico acto en su longevo proceso de vida; el hecho luctuoso de su propia partida. De quien fuera por siempre para Leoncio su guía pastoral en el campo de la fe, la piedad y la humildad; pero sobre todo de la autenticidad de hombre consagrado a Cristo como el redentor y depositario de la vida eterna.
Que a lo largo de sus más de cien años de
edad y, con mayor ardor en sus convicciones durante las ocho últimas décadas de
su existencia, el recordado Párroco don Cecilio Apóstol del Rosario había
sabido transferir esos principios cristianos a muchísima gente; en especial a su
discípulo. Haciendo de sus valores su estandarte en una apoteósica, épica, y esperanzadora
cruzada en aras de la concordia y, no desde ahora sino, de tiempo atrás −1893−;
al convertirlos en una fuerza espiritual como fundamento de integridad del
hombre y, argumentación sostenedora de la verdad.
…Vasto conocimiento que
trajo consigo al volver después de una larga ausencia y, llamado por él desde
el mismo momento cuando llegara aquí a este su pueblo —que aún no lo era como tal—,
recién recibido en su sagrada profesión, con el nombre de algo así como “Veritas
Dómine”
(…Producto de una
maravillosa y mágica experiencia de vida en un mundo tan distinto al suyo, donde
le tocó vivir por cuatro largos años durante su bien llevada juventud; donde
por cierto recibiera el llamado de Dios, cuando ni siquiera pensaba en la entrada
al Seminario…!).
…En
una curiosa y por demás extraordinaria coincidencia conceptual con una similar propuesta
en su espíritu de lucha, impulsada luego por un personaje que sería famoso debido
a ello en el mundo: Mahatma Gandhi.
Que en el año 1906 bautizara su proyecto con un neologismo
derivado de dos palabras del sánscrito que se refieren en esencia, en su
significado más literal, a la “persistencia
o fuerza de la verdad”. Lo que en un acto de iluminación sin precedentes en
el mundo moderno y, en un mismo paquete, condensó en una sola filosofía dada a
conocer en todo el orbe como Satyagraha.
…Aunque unos años antes,
en el caso que nos ocupa, el piadoso don Cecilio actuó también motivado por una
aplicación similar de dicho concepto —sin
conocerse aún, como tal, pero sí el mismo espíritu que lo mueve—,
sólo que en menor grado; para igualmente hacer frente al despotismo, la tiranía,
y ocupación indebida de unos predios en posesión de gente humilde, trabajadora
y, desguarnecida de todo signo de justicia.
…Donde la pertinencia de ciertos principios
ético-políticos de gran dimensión espiritual, englobados en aquel término, fueron
puestos en práctica por el entonces joven Párroco don Cecilio; como su estandarte
de lucha en defensa de aquella gente. Librando una larga batalla tan desigual
que en última instancia, a Dios gracias daría sus frutos.
Más adelante una vez
conocidas las luchas del creador de aquel famoso término, envolvente más que de
una filosofía una convicción de vida, e inspirado por ello, le gustaba
referirse don Cecilio a su humilde experiencia de la “Veritas Dómine”, acuñada
por él, con el parafraseo de esa otra que conoció luego: “Satyagraha a la llanera”.
Tal y como le gustaba referirse últimamente a aquellos valores con que supo
enfrentar sus luchas a favor de los más desposeídos. Desde que regresara de su
estadía años atrás, en tiempos de su juventud, precísamente de por allá; de la
mítica, misteriosa y, lejana India. Lugar en donde naciera todo aquello.
--- o ---
…Habría llegado don Cecilio esa vez en sus
tiempos mozos, ya ordenado Sacerdote con 30
años de edad, un día viernes 30 de marzo del
año 1893,
en pleno gobierno del General Joaquín Crespo; justo para enfrentar en dura lucha
y darse a la pelea en su pueblo natal, La Atascosa, en innumerables batallas
por la verdad. En ocasión aquellos días de unos litigios por la posesión de las
tierras donde hoy en día se halla enclavado, el pueblo en sí, que surgiría de
ese conglomerado que lo vio nacer aun antes de ser conocido como tal —después desaparecido para darle paso al existente,
todavía hoy en tiempos modernos y, con otro nombre: Las Mercedes del Llano.
Momento aquel cuando el entonces joven Cecilio
supo conservar el valor, el coraje y, la determinación, para guiar a un pequeño
grupo de criadores y agricultores durante varios años en la disputa legal contra
un acaudalado terrateniente. Que ni siquiera con la grosera intervención de una
poderosa Compañía Inglesa asentada en la zona —dedicada
a la explotación masiva de productos cárnicos, que luego embarcaban a su país— que
lo asesoraba en su representación, ni tampoco con la cooperación del régimen
militar de aquel momento, pudieron doblegar “la fuerza y la firmeza con la cual
se aferraron a la verdad con gran determinación” estos primeros Atascoseños en el
logro de sus más preclaros objetivos.
Tomados
entonces de la mano todos ellos con aplomo, equilibrio, y sabiduría, por el joven
Padre Cecilio Apóstol del Rosario; para salir airosos en sus demandas y, también
en la materialización de sus sueños (Génesis fundacional
del pueblo original).
Acto seguido luego de su merecido triunfo levantarían
con sus propias manos, incluido él mismo, la primera iglesia del naciente
pueblo unificado en uno solo, simplemente: La Atascosa. Pues antes eran dos vecindarios
por separado; Atascosa Arriba, y Atascosa Abajo.
Después de aquello mandarían un nuevo
Cura, de origen español, luego otro que era italiano, mientras a Cecilio lo
llamaron a continuar con unos estudios de mayor preparación en Caracas —tal vez para alejarlo de la
reciente zona del conflicto, por meras razones políticas; tal vez—
hasta que lo enviaron de nuevo a ejercer en el interior, aquí mismo en el Estado
Guárico; pero en otras localidades. Paseándose durante años por varios pueblos
de la provincia donde también fue querido por su don de buena gente y, entrega
absoluta a los asuntos de su fe. Para finalmente, venir a encargarse de lo suyo que era lo que más anhelaba
en este mundo, aquí en su propio pueblo; cuando inesperadamente cambiaron al
italiano por cuestiones de salud, y las cosas se habían calmado.
…Y; no solamente en su pueblo sino en el país
entero. Ya que se venía de una fea guerra que, aunque corta, no dejó de ser
cruenta; en especial por la trágica muerte en batalla del General Crespo en la
Mata Carmelera en Cojedes. Cuando al final de su mandato, y ya fuera del
gobierno, quiso someter al General José Manuel “El Mocho” Hernández virtual
ganador en las elecciones del ´98 —dicen que manipuladas por él, a favor de su
pupilo—, en contra del también general Ignacio Andrade; quien “a troche y
moche” de todos modos sería nombrado
Presidente. De cuyo gobierno se hizo nombrar Crespo prevalido de sus
influencias, prácticamente su protector personal. Para al año siguiente de 1899,
ya fallecido aquel, ser depuesto del cargo el novicio mandatario Crespista, por
la llamada Revolución Liberal Restauradora; comandada por el también General,
Cipriano Castro.
…Sería precísamente con la instauración de este
gobierno, que el Padre don Cecilio Apóstol Rosario se hizo cargo de nuevo, de
la iglesia de su pueblo; hasta el final
de sus días. Ya en tiempos de la democracia.
Con su sensible fallecimiento ya bien
anciano −110 años−,
fue cuando sus paisanos en especial las últimas generaciones, vinieron a
conocer la mayoría, su nombre de pila: Manuel Segundo Carpio; recordaron
algunos más viejos, en el sepelio. Descendiente legítimo del guía de aquellos primeros
colonos, iniciadores del incipiente pueblo donde vio luz por primera vez en
este mundo; de quien habría heredado no sólo su nombre sino también, el coraje.
Los actos por las exequias de don Cecilio
fueron muy sentidos. Se llevaron a cabo en un lugar especialmente preparado para
ello dentro del templo, dignamente conducidos por el entonces Cardenal que ese
día estaba de visita en Calabozo, don Victorino Mariano Martell −ya casi mascando el agua, también−;
quien al conocer la noticia enseguida decidió venir para hacerse cargo y,
rendir los últimos honores a su gran amigo de toda la vida. Asistido
entonces por el novel Párroco Leoncio Gómez Katay que en ese momento se veía
sumamente compungido al caminar junto a Su Eminencia, en honor del viejo
prelado fallecido y, durante el sagrado acto del Réquiem. A partir del cual, no
se apartaría el joven religioso de su lado, en el cumplimiento de tan digna
labor de allí en adelante; durante las honras fúnebres por la memoria de su ya
legendario y digno maestro.
…Y; todo bajo la conmovida asistencia de importantes
autoridades civiles, municipales y estadales, junto a la entristecida feligresía
en pleno; que a raudales lloraba lágrimas de pesar por su paisano, el viejo
Cura.
…Contó la ceremonia además, como dato curioso,
con la regia presencia del único familiar directo que le sobreviviera a don
Cecilio, su anciana hermana menor que tenía por nombre Mercedes, al igual que
su madre —de cuyo nombre,
dicen, viene el del pueblo que surgió después; ya en tiempos modernos—;
que contaba para ese entonces con unos bien llevados noventa y ocho años.
…Se presentaron también
ese día unos viejos y amarillentos retratos del célebre paisano en diferentes
facetas de su vida, en cuyas borrosas leyendas al pie de foto podía leerse su
verdadero nombre (Manuel Segundo Carpio),
que tal parece habría ido esfumándose en el tiempo para reafirmarlo con el
hasta entonces conocido por todos: Cecilio Apóstol del
Rosario.
Asumido en verdad por motivos puramente canónicos en honor a su feligresía pero
que con orgullo guardaba el otro en ese mismo, en homenaje a sus padres, a la
defensa de los derechos civiles de sus coterráneos y, también de su terruño.
…Realmente, el cambio de nombre vino a significar
para él, además, el establecimiento de un hito en su vida; marcando con ello un
antes y un después en su desempeño como siervo de Dios y, hombre público. Al
mismo tiempo. Siendo esto último, algo que se vio forzado a asumir de forma
coyuntural en un determinado momento de su vida, para contribuir de otra manera
muy distinta con la materialización de los deseos de su propia gente.
…Entre los papeles, documentos, fotostatos,
postales y fotografías expuestas durante el acto con el propósito de rendir
homenaje póstumo a tan ilustre personaje, pero sobre todo en aras de contribuir
con un mayor conocimiento de su vida y obra y, en especial por parte de los más
jóvenes, también se hizo público un manuscrito con algunos pasajes de su “Controversial
viaje a La India” —así,
estaba titulado—; algo de lo cual entonces, muy poco se
hablaba:
(…Cuentan que Cecilio,
habría viajado a La India siendo casi un niño y, por pura casualidad; entonces un
adolescente con muchos ímpetus al que le gustaba la magia, la prestidigitación,
y toda suerte de malabares que por su edad, cualquier joven de su condición y
de su tiempo se sentiría atraído. Ocurriría a partir de un día en que andaba con
su padre en un asunto de ganado, de visita en el pueblo de Valle de la Pascua el
más grande y pujante que hasta entonces había conocido, durante la inauguración de la primera feria
agropecuaria del lugar; en la que esperaban presentar dos de los mejores ejemplares de su propia cría, con lo que
aspiraban ganarse un buen dinero.
Era el año 1877,
en un evento que se estrenaba por ser tiempos de relativa paz y prosperidad en
el país, durante el gobierno del General Francisco Linares Alcántara, apodado por
los defensores de su gestión como el Gran Demócrata. Con el General Guzmán
Blanco “pavoneándose” por las calles de París, que antes lo había nombrado
provisionalmente en su cargo porque en realidad era él, quien entonces más
mandaba.
…Así las cosas en esos tiempos, en que la
gente solía decir soterradamente y, en privado, todo tipo de comentarios
puntillosos sobre la conocida afición del Presidente Guzmán por la citada
capital europea, es en ese año de `77
en el que asume oficialmente Alcántara por vía del Congreso Nacional para el
ejercicio de su propio gobierno; pero del que por cierto sale muerto en un raro
episodio de enfermedad súbita en que según las malas lenguas, decían fue
envenenado por órdenes de su antiguo jefe.
“¡Aaah bueno, así era
como se batía el cobre en el Olimpo del poder en Venezuela, por aquellos viejos
tiempos…!” —Solía decir don Cecilio, siendo
ya viejo, cuando le tocaba abordar este oscuro tramo de nuestra historia patria.
Pero inesperadamente don
Carpio el padre del joven Cecilio —retomando
nuestro caso terrenal, en medio de las polvorientas calles del llano—,
fue hecho preso en La Pascua el mismo día de la presentación del ganado en la
feria, bajo las órdenes de un tal Coronel Pernía primera autoridad civil y, militar de mayor rango en la plaza; quien lo
acusaba de soliviantar a la gente en contra del régimen Guzmancista por allá en
su vecindario.
Un pase de factura por
viejos roces que otrora, se dice habrían tenido, recrudecido probablemente por
los vientos de guerra que de nuevo soplaban en el país por la actitud directa y
de autosuficiencia con que Alcántara se desenvolvía en la ejecución del cargo
en su presidencia oficial, haciendo caso omiso de su otrora “protector” Guzmán;
entonces claramente desobedecido. Situación que no era vista con buenos ojos
por un amplio sector del Guzmancismo conectado a las altas esferas del poder,
que observaba en Alcántara un claro rompimiento con el “Comandante Supremo” del
para entonces llamado, Liberalismo Amarillo.
Sería en este contexto
en que de nuevo se ponía sobre el tapete una vieja discusión sucedida años atrás entre el padre de Cecilio y, el
susodicho Coronel Pernía; relacionado
con un altercado de abuso de poder por parte de los hombres comandados por este
oficial, durante una incursión militar por los lados del vecindario La Atascosa
Arriba. En que don Carpio enemigo acérrimo de los abusos gubernamentales en la
facción de Guzmán, o de cualquier otro, se enfrentara a ellos esa vez y, con sobradas
razones, rodeado del grupo de campesinos abusados que ahí mismo los denunciaron;
haciendo valer sus argumentos en el nombre de todos.
…Además, era bien
conocida la posición de don Carpio en la región, en contra de la tiranía, quien
en su momento habría emitido juicios en público condenando al régimen de Guzmán
del abusivo acto de fusilamiento en contra de su amigo el General Matías
Salazar en Tinaquillo, por meras razones políticas y, por órdenes directas del
propio Presidente de la República −que
era aquel, entonces−; cinco años atrás, en el `72.
La cosa esa vez sin embargo terminó sin mayores contratiempos y, afortunadamente
tampoco en ésta llegó a mayores, en Valle de La Pascua; regresando ambos −padre e hijo−,
tres días después a casa. Pero sin haber cumplido con el fin que originalmente
los había llevado allá.
…Hasta aquí realmente nada de esto tendría
nada especial a no ser que sirviera de contexto general, esa vez, en que tal cosa habría de ocurrir –susodicho viaje a La India−.
Entonces aquel día del año ´77, cuando el fogoso
joven Cecilio pasaba por una calle a las afueras del casco central en Valle de
La Pascua, mientras esperaba lo que habría de hacerse con la situación de su
padre y, dejándose llevar por el bullicio, la estridencia de la música y, una
alta afluencia de personas hacia un determinado lugar al descampado, es cuando
se percata de la existencia allí de unas vistosas carpas; con el nombre en la
más grande de ellas: Gran Circo Imperial.
Fue ahí en que sin pensarlo dos veces,
muchacho al fin, compró una entrada y pasó raudo entre dos individuos con pinta
de haber salido de alguno de los cuentos en “Las Mil y Una Noches”, con sendos
ejemplares de serpiente boa enroscándoseles en el cuerpo; ubicándose asombrado,
por ahí mismo, en un buen lugar sobre las gradas donde quedó maravillado por el
espectáculo que se estaba presentando más adentro… despertando en él, no sólo
la curiosidad sino también el inquieto gusanillo de la actuación, de lo
espectacular; algo que siempre lo habría intrigado.
…Pero sería al salir cuando en verdad quedó
enganchado, al leer un par de avisos pegados con unas tachuelas sobre los
horcones que configuraban el pórtico de entrada a la carpa principal; unos
afiches finamente dibujados según la estética de la época, y también del tipo
de empresa que aquella era. Donde aparecían dos enormes elefantes del Punjab,
encabritados con las trompas entrelazadas, como simulando un pugilato; con el
fastuoso nombre del circo escrito en arco sobre ellos.
Estampados los bellos paquidermos en la
totalidad del fondo del cartel en una tenue ejecución mediante la técnica del
aguarrás; usando finas tintas de la gama de los sienas en combinación con otras
de tonos sepia y, enmarcado todo siguiendo la misma textura oriental pero de
una tonalidad mucho más oscura que el resto. Con un enrevesado grafismo de
cierta inclinación hacia adelante, que
recordaba los viejos textos escritos en sanscrito… Pero era al centro de toda
esta cuidadosa preparación nítidamente oriental, donde estaba plasmado el
mensaje objeto de semejante despliegue pictográfico.
…En el que se solicitaban jóvenes de ciertas
características de donde se escogerían tres para trabajar en esta misma empresa,
previo un riguroso entrenamiento que debería ser cumplido en sus escuelas de La
India. Al ver aquello, Cecilio supo de inmediato que allí estaba su futuro;
pero en verdad, no sabía que realmente estaba equivocado; aunque no del todo.
…Cuando iba con su padre de regreso al pueblo,
el joven intrigado por lo que había visto en la ciudad, se las arregló de
cualquier manera para hacerle saber al viejo la decisión que había tomado; situación
que al conocerla no fue fácil de asimilar para don Carpio. Pero también era
consciente que de acuerdo a como las cosas se estaban dando en el país, que no
salía de un conflicto para entonces caer en el otro, hasta podía ser una buena oportunidad
para el entusiasmado muchacho; el que aquí, en realidad, no tendría un buen
futuro entonces, dentro de tanta guerra.
…Donde la vida prácticamente no valía nada; y,
era éso lo que más lo angustiaba en relación a los más jóvenes de su familia. “…Pues aún, estamos lejos del día, en que los
militares por fin se pongan de acuerdo en la repartición del país. No han
salido de una sola pelea, desde la independencia de los españoles para acá…!” —Decía
el viejo.
Así fue cómo, un día del año 1877
diez
días después de su visita a La Pascua, don Carpio estaba de regreso con su hijo
para entregarlo personalmente al dueño del circo, con una carta de autorización
desesperada; avalada tanto por el gobierno nacional como el indio, según un
programa de intercambio cultural entre las naciones; y, una vez que días antes
ya había sido seleccionado el muchacho entre un grupo de participantes. Siendo
esto sin embargo, como un salto al vacío para el desconcertado padre. Pero en
el fondo sentía que tenía que hacerlo, si quería salvar a su hijo,
eventualmente, de un futuro trágico.
...Y; bien. Ya con esto me despido, hasta la próxima.
...Continuará